Si bien los orígenes del autismo siguen siendo misteriosos, una nueva investigación ha descubierto que el sistema inmune infantil actúa como un posible factor asociado.
Para ello, un equipo de investigadores suecos y estadounidenses se dio a la tarea de estudiar los niveles de ciertos «marcadores» de proteínas en la sangre de bebés recién nacidos, encontrando que parecían predecir qué niños desarrollarían un trastorno del espectro autista.
Esta es «evidencia importante de que el sistema inmune durante la vida temprana puede ser un factor determinante de riesgo posterior de los trastornos del espectro autista», detalló el equipo a cargo del doctor R. M. Gardner, del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia.
Los investigadores examinaron la sangre de cerca de 900 niños que desarrollaron alguna forma de autismo, quienes nacieron en Suecia entre los años 1998 y 2000. Después, compararon estas muestras de sangre con las de más de 1,100 niños que no desarrollaron el trastorno.
Aunque el estudio no puede probar causa y efecto, los bebés que llegaron a desarrollar autismo tenían mayores niveles en sangre de ciertas proteínas que indican la presencia de inflamación, dijeron los investigadores.
Sin embargo, todavía no existen suficientes datos que puedan utilizarse en un perfil de este tipo, que sea capaz de predecir con precisión si los niños van a desarrollar o no autismo, destacó el equipo de Gardner.
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Aún así, los investigadores subrayaron que el nuevo hallazgo es compatible con observaciones anteriores de que sufrir una infección durante el embarazo y otras condiciones que dan lugar a un aumento en la inflamación, han sido vinculadas con un mayor riesgo de trastornos del espectro autista.
Dos expertas ajenas al estudio comentaron que los resultados eran fascinantes. Pero añadieron que se necesita mucha más investigación.
«Este estudio probablemente presenta más preguntas que respuestas», refirió la doctora Victoria Chen, del Centro Médico Infantil Cohen, en New Hyde Park, Nueva York. «No se sabe mucho sobre lo que causa la inflamación neonatal para que aumente o disminuya [el riesgo de autismo] en general».
La investigadora también mencionó que este es un hallazgo emocionante, «pero necesitan hacerse más trabajos para comprender si estas proteínas tienen un papel causal, y qué papel desempeñan en el desarrollo del trastorno del espectro autista».
Por su parte Alycia Halladay, directora científica de la Fundación para la Ciencia del Autismo (Autism Science Foundation) estuvo de acuerdo en que, si bien los resultados son interesantes, sólo más investigación demostrará si aumentar o reducir la inflamación en el embarazo podría «mitigar el riesgo de trastornos del espectro autista».
El estudio de tipo preliminar fue presentado hoy en la Reunión Internacional para la Investigación del Autismo, en Baltimore, EU.
Vía: Health Library