De acuerdo con expertos de Reino Unido y Estados Unidos, actualmente se vive una epidemia de soledad. Pues la cantidad de adultos mayores que viven solos va en aumento, a la vez que investigadores han encontrado pruebas cada vez más concluyentes que vinculan la soledad con enfermedades físicas así como con un declive funcional y cognitivo.
Incluso, los expertos señalan que, como indicador de muerte prematura, la soledad está por encima de la obesidad. “Los efectos profundos de la soledad en la salud y la independencia son un problema crucial de salud pública. Ya no es ni médica ni éticamente aceptable ignorar a los adultos mayores que se sienten solos y marginados”, afirmó la doctora Carla M. Perissinotto, geriatra (médico que se ocupa de las enfermedades propias de la vejez) de la Universidad de California en San Francisco.
Datos oficiales destacan que en el Reino Unido y Estados Unidos, aproximadamente 1 de cada 3 personas mayores de 65 años vive sola; y en Estados Unidos la mitad de quienes son mayores de 85 años viven solos. Estudios realizados en ambos países muestran que la prevalencia de la soledad entre individuos mayores de 60 años oscila entre el 10 y el 46%
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La soledad es una señal muy parecida a la sed, el hambre o el dolor, explicó John T. Cacioppo, profesor de psicología en la Universidad de Chicago y director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de esa misma universidad, quien ha estado estudiando la soledad desde la década de los noventa.
“Negar que te sientes solo es tan absurdo como negar que tienes hambre”, dijo el experto y agregó que la palabra “solo” tiene una connotación negativa, ya que se interpreta como debilidad social o incapacidad para valerse por sí mismo. Motivo por el que mucha gente evita decir —o aceptar— que se siente sola.
John Cacioppo ha demostrado, a través de sus investigaciones, que la soledad afecta varias funciones corporales clave. Su trabajo destaca que la soledad crónica se asocia a niveles altos de cortisol, que es una de las principales hormonas del estrés, así como con una mayor resistencia vascular, que puede elevar la presión arterial y reducir el flujo sanguíneo hacia órganos vitales.
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Asimismo, el especialista comparte que sus investigaciones también han demostrado que las señales de peligro activadas en el cerebro por la soledad afectan la producción de glóbulos blancos; esto puede afectar la capacidad del sistema inmune para combatir infecciones.
Hoy en día, en el Reino Unido la soledad se ve cada vez más como un serio problema de salud pública que merece recursos públicos. Los gobiernos locales y el Servicio Nacional de Salud han desarrollado programas dirigidos a mitigar la soledad en decenas de ciudades y pueblos. Incluso se ha capacitado a los bomberos para inspeccionar las casas no solo por seguridad contra incendios, sino buscando signos de aislamiento social.
Asimismo se han implementado centros de llamadas telefónicas que trabajan 24 horas al día para atender a adultos mayores que buscan satisfacer una necesidad básica: tener contacto con otras personas. Se calcula que aproximadamente unas 10 mil llamadas a la semana son atendidas en estos centros.
Vía: The New York Times