La demencia empieza a desarrollarse décadas antes de que aparezcan los primeros síntomas, por lo que nunca es demasiado tarde para tomar medidas que reduzcan el riesgo. Sin embargo, hablar directamente de «prevención de la demencia» puede hacer que las personas jóvenes no se interesen en el tema, ya que lo ven como algo lejano.
Por eso, muchos expertos proponen un cambio en la conversación y prefieren hablar de «salud cerebral». Así como el ejercicio físico se promueve para mantener un cuerpo sano, cuidar el cerebro también debe verse como un objetivo en sí mismo.
En 2021, la organización Alzheimer’s Research UK lanzó la campaña «Think Brain Health» («Pensemos en la salud cerebral») para informar que es posible reducir el riesgo de demencia. Estudios mostraron que la gente se siente más motivada cuando se habla de salud cerebral en lugar de demencia.
La Dra. Laura Booi y la Dra. Francesca Farina han creado un programa llamado «Next Generation Brain Health» para ayudar a jóvenes entre 18 y 39 años a mejorar su salud cerebral. En sus investigaciones, descubrieron que cuando se menciona la palabra «demencia», la gente desconecta, pero si se habla de «salud cerebral», prestan más atención. Además, la generación actual está más familiarizada con la neurodiversidad, lo que les hace más receptivos a este tema.
En Escocia, el gobierno lanzó en 2019 la iniciativa «Brain Health Scotland», que en 2022 creó el programa «My Amazing Brain» («Mi asombroso cerebro») para niños de 8 a 12 años. A través de juegos y animaciones, enseñan hábitos saludables bajo el plan STARS:
- Salir con amigos y familia
- Tomar comida sana
- Actividad física
- Relajación y descanso
- Seguridad (proteger la cabeza)
Más de 13,000 niños en 270 escuelas han participado, con resultados positivos. Muchos han cambiado hábitos, como dormir mejor y reducir el uso de pantallas. Incluso algunos han expresado preocupación por la salud cerebral de sus padres, mostrando que el programa tiene un impacto más allá de los niños.
En un estudio reciente se han presentado nuevas evidencias sobre la prevención de la demencia y se destacan tres nuevos factores de riesgo modificables: consumo excesivo de alcohol, lesiones en la cabeza y contaminación del aire, los cuales se suman a otros nueve previamente identificados, como la hipertensión, la obesidad y el tabaquismo. En total, modificar estos 12 factores de riesgo podría prevenir o retrasar hasta el 40% de los casos de demencia.
También enfatiza la importancia de la prevención y la implementación de estrategias como el control de la presión arterial, el uso de audífonos, la reducción de la contaminación y el apoyo a la educación.
Para quienes ya tienen demencia, se recomienda una atención integral que incluya el manejo de síntomas neuropsiquiátricos sin recurrir a psicofármacos en la medida de lo posible y el apoyo a cuidadores familiares, pues esto mejora la calidad de vida y puede ser una estrategia rentable.
En resumen, cuidar el cerebro debe verse como un objetivo desde la juventud, y hablar de «salud cerebral» en lugar de «demencia» puede motivar a más personas a adoptar hábitos saludables.