Después del parto es común que las mujeres tengan cambios en su estado de ánimo, que tengan dificultades para concentrarse o que no puedan dormir bien. Esto sucede por lo regular tres o cuatro días después del nacimiento del bebé y desaparece al término de 10 días aproximadamente.
Sin embargo, en algunas mujeres estos síntomas son graves, duran por un periodo más amplio y pueden afectar seriamente su calidad de vida, a este trastorno se le llama depresión postparto.
Un sentimiento frecuente de tristeza o depresión, llantos habituales, ansiedad, irritabilidad, pérdida del apetito, disminución de energía e incluso, tener poco interés en tu bebé o miedo de quedarte sola con él, son algunos de los síntomas de este padecimiento.
Las señales que pueden indicar un nivel más grave de depresión, y que requiere de atención médica, incluyen pensamientos de hacerse daño a sí misma o al bebé, no tener ningún interés en el bebé.
Un nivel mucho más grave, y poco frecuente del padecimiento es la psicosis postparto. Tienen riesgo de presentar éste trastorno las mujeres que previamente padecen trastorno bipolar u otro tipo de problema de salud mental. Entre los síntomas se encuentran el ver cosas que no están ahí, sentir confusión, cambios súbitos de estado de ánimo e intentos por hacerse daño o hacérselo al bebé.
Se desconoce exactamente por qué sucede la depresión postparto, pero los cambios hormonales que se viven en esta etapa de la vida llegan a producir alteraciones químicas en el cerebro, los cuales podrían ser una causa de la depresión; igualmente, podría tratarse de las transformaciones del cuerpo a raíz del embarazo; la modificación de las relaciones sociales y laborales; la falta de sueño o la preocupación por ser una buena madre.
Algunas nuevas mamás sufren este estado inmediatamente después del parto. Sin embargo, el padecimiento en algunas ocasiones llega a surgir semanas o hasta seis meses después, y su duración varía considerablemente según cada persona. La recuperación puede ser más lenta en quienes tienen síntomas más graves o han tenido depresiones anteriormente.
Entre las situaciones que aumentan las posibilidades de sufrir este mal, se encuentran una depresión posparto previa o una depresión no relacionada con el embarazo, haber tenido síndrome premenstrual grave, ser menor de 20 años, consumir alcohol o fumar. Asimismo, los eventos de vida estresantes durante o después del embarazo, como una enfermedad o un nacimiento prematuro, se consideran factores de riesgo.
Este padecimiento se trata de forma similar a otros tipos de depresión, requiere apoyo, asesoría y medicación en ciertos casos, es por ello, que sólo un especialista puede determinar el tratamiento exacto que permitirá una mejoría en la paciente.
Considera que sin la ayuda adecuada, la depresión posparto puede durar meses o hasta años, y podría ponerte en riesgo de lastimarte o dañar a tu bebé. Si en algún momento tienes este tipo de sentimientos, es importante que acudas de inmediato al médico para contarle sobre ellos.
Además del doctor, puedes hablar con alguien de confianza; darte aunque sean 15 minutos al día para leer, hacer ejercicio o tomar un baño y llevar un registro diario sobre tus emociones, son algunas de las cosas que te pueden ayudar a sentirte mejor. Busca una red de apoyo social en tu entorno cercano, es decir, personas dispuestas a ayudarte con el cuidado del bebé y las tareas de casa, esto te permitirá encontrar tiempo para que descanses.
Nadie espera que seas una “súper mamá”, así que reconoce sinceramente lo que puedes y no puedes hacer; recuerda que estás viviendo importantes cambios en tu vida, pero cuando no te sientes bien contigo misma, parecen desafíos demasiado grandes de afrontar.
Vía: Family Doctor, de la Academia Americana de Médicos Familiares y MedlinePlus