Una alimentación saludable es especialmente importante para las personas que viven con VIH/SIDA, pues a través de ella y en combinación con los medicamentos, se contribuye a mantener la calidad de vida. Para conservar el peso corporal y la energía, es fundamental tener una nutrición sana y equilibrada.

Esta condición conduce a diferentes problemas como fiebre y diarrea, así como otras situaciones capaces de reducir la ingesta alimentaria, disminuir el apetito e interferir con la capacidad del cuerpo para asimilar lo que se come, provocando una mala nutrición, adelgazamiento y debilitamiento.

Los alimentos se componen de nutrientes y el organismo no puede funcionar adecuadamente si le hacen faltan, por ello, es conveniente iniciar cuanto antes una dieta apropiada; una vez que se haya adelgazado, resulta complicado recuperar el peso perdido debido al cansancio y la inapetencia.

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ofrece algunas recomendaciones de carácter genérico; no obstante, será el médico quien indique la dieta más adecuada según el caso de cada paciente.

Comer bien significa consumir una variedad de alimentos mediante los cuales se aportarán los nutrientes indispensables.

Los alimentos básicos deben integrar la mayor parte de una comida, pues aportan una gran cantidad de energía y algunas proteínas, entre ellos se cuentan los cereales como el arroz, el maíz y el trigo; las raíces amiláceas como las papas y las frutas amiláceas como el plátano.

Las hortalizas y las frutas constituyen una parte fundamental de la dieta; proporcionan vitaminas y minerales que son importantes para combatir la infección. Es recomendable consumir una amplia variedad ya que cada una contiene diferentes nutrientes, entre ellas, pueden mencionarse espinacas, calabaza, tomates, zanahoria, papaya, piñas, moras, mango, naranjas, mandarinas y guayabas, entre otros.

Asimismo, se deben consumir legumbres, como frijoles y lentejas, para obtener las proteínas necesarias; pues son una buena fuente de vitaminas, minerales y fibras que ayudan a mantener activo el sistema inmunitario.

Los alimentos procedentes de animales como el pescado, aves y lácteos, también deben consumirse, dado que brindan proteínas de gran calidad, vitaminas y minerales, así como energía suplementaria.  También beber abundante agua es importante para mantener las funciones vitales y es necesaria a diario, toda persona necesita unos ocho vasos al día y si hace calor, se suda o se tiene diarrea, vómitos o fiebre, se requiere aún más.

Además de beber el agua limpia, el líquido también puede obtenerse de zumos, hortalizas y frutas; sin embargo, debe evitarse consumir con la comida té o café, debido a que reducen la asimilación del hierro que contienen los alimentos.

Las grasas, aceites y azúcares son buenas fuentes de energía; no obstante, tanto las grasas como los azúcares, no son ricos en otros nutrientes por lo que deben consumirse como complemento de otros alimentos y no en sustitución de ellos.

Entre la variedad de alimentos con estas propiedades, pueden mencionarse productos como la nata, la crema de coco, el aguacate, semillas como el girasol y el sésamo, en el caso de las grasas y los aceites; en tanto, los alimentos azucarados comprenden, por ejemplo, la miel y las mermeladas.

A decir de la FAO, una vez que una persona portadora del VIH ha desarrollado SIDA tendrá requerimientos especiales, es decir, necesitará de una mayor cantidad de energía y nutrientes; de igual manera tendrá que comer más.

Cuando no se come lo suficiente o los alimentos son mal absorbidos, el organismo recurre a sus reservas de energía que provienen de la grasa corporal y de las proteínas contenidas en los músculos, lo cual hace que las personas adelgacen y su musculatura se reduzca. Si esto ocurre, se deben tomar medidas para volver al peso normal.

Para subir el peso es necesario comer más, ya sea consumiendo mayores porciones o aumentando en número de comidas y comiendo alimentos variados. En este caso, es necesario ingerir más alimentos básicos; aumentar el consumo de frijoles, productos de soja y lentejas y consumir todos los tipos de carne con mayor frecuencia.

Son particularmente importantes la vitamina A (presente en las hortalizas y las frutas verde oscuras, amarillas y naranjas, así como en el maíz amarillo, las yemas de huevo y el hígado), la C (que sobre todo se encuentra en los cítricos), la E (contenida en las hortalizas de hojas verdes, los aceites vegetales y la yema de huevo), algunas del grupo B (que figuran en abundancia en los frijoles blancos, el pescado, el maíz, los aguacates y las hortalizas de hoja verde).

También son fundamentales, minerales como el selenio (del que son ricos los granos enteros de cereales, la carne, los frutos de cáscara y los productos lácteos), el cinc (que puede encontrarse en el pescado, los mariscos, las aves de corral, el maíz y los frijoles) y el hierro (que se localiza en cereales de grano entero, frutas secas, alfalfa, pescado, huevo).

Vía: FAO