Empecé a beber a la edad de 14 años. No estaba en mis sueños de niño ser un alcohólico, pero con el tiempo, mi manera de beber se volvió descontrolada. Llegue a tener una vida ingobernable y me volví impotente ante el alcohol. Tuve dos accidentes en los que por poco pierdo la vida. Abandone al menos dos trabajos por mi manera de beber y eche a perder dos matrimonios.
Pero la enfermedad más que beber en exceso, es adoptar un estilo de vida donde la evasión de la realidad, las mentiras a las personas a mi alrededor y el egoísmo, fueron los ingredientes centrales de mi personalidad. 20 años estuve atrapado por esta enfermedad.
En todo este tiempo desarrolle una serie de defectos de carácter que marcaron mi vida: soberbia, lujuria y gula; me fui quedando solo y experimentando una tristeza muy profunda.
En una de esas resacas terribles, tuve un momento de cordura, reconocí que necesitaba ayuda y me sometí a una rehabilitación. Logre estar en abstinencia y por algunos años estuve en sobriedad, pero esta enfermedad es incurable, progresiva y mortal. Después de dos años de abstinencia y cuatro años de sobriedad, volví a entregarme al alcoholismo activo, así estuve atrapado por 8 años más.
Hace 8 meses me sometí nuevamente a una rehabilitación, volví a encontrarme con las raíces de mi alcoholismo: el manejo inadecuado de mis emociones y mi costumbre de ocultar mis sentimientos. Esas son las raíces de mi necesidad de beber que se convierten en inseguridad, falta de compromiso y falta de saciedad en lo que hago.
Ahora, consiente de mi enfermedad, me doy a la tarea de identificar mis emociones y darme oportunidad de sentirlas, vivirlas, de platicarlas con otras personas y sobre esa base, de vivir conectado con ellas. A la vez, he dado entrada a la posibilidad de que un Poder Superior me ayude a enfrentar los eventos y las emociones que son más grandes que mi entendimiento, aquellas de las que mi comprensión no me permite pronosticar su resultado.
Es la búsqueda y la tranquilidad en la espera de ese despertar espiritual lo que me permite funcionar correctamente, ser un buen padre para mis hijos y trabajar de manera focalizada en mis defectos de carácter, en contacto con mi realidad, mis emociones y con una sola regla: Solo por hoy, solo por hoy, solo por hoy…
Alberto, Alcohólico