La semana pasada, la página de Harvard Business Review cuestionó a través de un artículo escrito por Mark Bonchek sobre lo qué sucedería si las compañías contrataran personal para optimizar el desempeño en los trabajos y no solamente para obtener una ganancia. El texto en cuestión define a una persona que tiene este interés como un “emprendedor laboral”, que es a fin de cuentas una persona que construye una compañía alrededor de los empleados que desea contratar y trabaja entonces para encontrar un modelo de negocio que maximice y utilice sus habilidades y experiencia.
El artículo de la Harvard Business Review toma como ejemplo el caso de Dave Friedman, quien hace dos años abandonó su puesto como ejecutivo dentro de una compañía ubicada dentro de la lista de las 100 mejores compañías para trabajar de Fortune, para iniciar una aventura llamada Autonomy Works, que como objetivo tiene emplear adultos dentro del trastorno del espectro autista. Friedman señala que esta población representa “una fuerza de trabajo excepcional y escondida”. Lo que se requiere, señala, es un modelo de negocio que transforme eso que otros ven como un déficit, en una fuente de ventaja competitiva.
Al iniciar esta nueva etapa, señala en su artículo Bonchek, Friedman consideró crear una empresa tradicional, sin embargo se dio cuenta de que su objetivo era distinto, “él no quería maximizar las ganancias, sino el empleo”. Si bien mucha gente le recomendó crear una organización no lucrativa, el ex ejecutivo no deseaba depender de donaciones y subvenciones. En este sentido, apunta el artículo de Bonchek, “él creía que el negocio necesitaba generar una ganancia sustentable para fomentar la eficiencia y la disciplina. También quería que sus empleados supieran que su empleo no era caridad, con lo que podían tener una fuente de auténtico empoderamiento”.
Si bien mucha gente también le recomendó al empresario que creara una empresa social, éste se dio cuenta de que los modelos existentes tampoco aplicaban en la práctica, ya que no se trataba de cambiar la forma en la que un producto se hace o es vendido. La idea de Friedman era enfocarse en las personas que contrataba.
Al no contar un modelo el cual seguir, Friedman tuvo que crear uno propio. La respuesta la encontró en lo que llamó trabajos de “ejecución de procesos”. Esto define a una serie de labores intensivas como mantenimiento de sitios Web, ingreso de información en bases de datos y pruebas de software, que para muchas compañías son puestos difíciles de llenar. Sin embargo, la repetitividad y la atención a los detalles son exigencias que se adaptan bien a los talentos y habilidades de las personas dentro del espectro autista.
En lo posible, Friedman no toma en cuenta que sus empleados tienen autismo. “El no está buscando caridad. Él quiere competir en el mismo campo de juego que otras compañías que proveen servicios similares. Pero en su interior, Autonomy Works, no se parece en nada a sus competidores. Friedman ha rediseñado la forma en la que se estructura, organiza y se gestiona el trabajo, esto para que se adapte a sus empleados”, apunta el artículo en Harvard Business Review.
Bajo este esquema, el empresario ha encontrado que Autonomy Works no solamente se iguala a la competencia, sino que es capaz de tener una mejor calidad a menores precios. “Al generar ganancias, es capaz de contratar más personas y cumplir con su misión. En el proceso, ha dado poder a una fuerza de trabajo ignorada y aliviado a sus familias del coso de mantener a parientes con autismo”.
Mark Bonchek también destaca el caso de Shinola, una empresa fincada en Detroit que ha seguido un modelo similar. Esta empresa originalmente era conocida por su crema para zapatos, pero recientemente se ha reinventado a sí misma para crear plazas destinadas a trabajadores desempleados de la industria automotriz, los cuales tienen habilidades específicas en la fabricación de iluminación y tapicería.
Vía: Harvard Business Review, Autism Speaks