La vacunación contra el sarampión es extremadamente eficaz y segura. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, entre los años 2000 y 2021, se evitaron 56 millones de muertes gracias a la vacuna. Los niños no suelen recibir la primera dosis hasta el año de edad, y la segunda suele administrarse entre los 4 y los 6 años. Para los adultos que no se han vacunado, la inyección es, en última instancia, la mejor defensa.

No hay evidencia de que las mascarillas sean efectivas contra el pequeño virus del sarampión; es probable que la ventilación minimice el riesgo de propagación de cualquier patógeno por vía respiratoria.

Por otra parte, la vacunación debería brindar un 97% de protección contra el desarrollo de la enfermedad en caso de exposición. Los adultos deberían recibir una dosis de refuerzo de la vacuna triple viral (SRP) si se ven involucrados en un brote de sarampión.

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Según los expertos en el ramo, las personas no inmunizadas que hayan estado expuestas al sarampión, incluyendo aquellas que por razones médicas no pueden vacunarse, deben permanecer en cuarentena en casa y no asistir a la escuela, guardería ni a una unidad de salud durante al menos 21 días después de la aparición de la erupción tomando como base el último caso de sarampión notificado en el entorno donde estuvieron expuestas.

Debido a que estos aumentos no son estacionales y a la alta infecciosidad del virus, la vacunación generalizada es la herramienta más eficaz que posee cualquier población en donde se declaró el sarampión como “eliminado”.

Los niños pequeños deben recibir dos dosis y los adultos podrían requerir una dosis de refuerzo antes de realizar viajes internacionales, antes de ir a la universidad, antes del embarazo o durante los brotes que se presenten.

 

Fuente: Healthline