La tuberculosis, una enfermedad bacteriana que afecta principalmente los pulmones, sigue siendo una preocupación de salud pública en todo el mundo. Los microbios que causan la tuberculosis se transmiten fácilmente a través del aire cuando una persona infectada tose, estornuda o habla, liberando pequeñas gotas que contienen la bacteria.
Esta enfermedad puede ser grave y, a menudo, se trata con medicamentos antibióticos, aunque algunas cepas bacterianas han desarrollado resistencia a estos tratamientos.
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Síntomas
La tuberculosis puede presentarse de dos formas distintas:
1. Tuberculosis latente. En esta etapa, la bacteria está presente en el organismo pero no causa síntomas. Esta condición no es contagiosa, pero es importante tratarla para prevenir la progresión a tuberculosis activa.
2. Tuberculosis activa. En esta fase, la enfermedad provoca síntomas y es contagiosa. Los signos y síntomas comunes incluyen:
- Tos persistente que dura tres semanas o más.
- Tos con sangre o esputo.
- Dolor en el pecho al respirar o toser.
- Pérdida de peso involuntaria.
- Fatiga crónica.
- Fiebre.
- Sudores nocturnos.
- Escalofríos.
- Pérdida de apetito.
Además de estos síntomas pulmonares, la tuberculosis también puede afectar otros órganos del cuerpo, como los riñones, la columna vertebral o el cerebro, presentando síntomas específicos de acuerdo con la ubicación de la infección.
¿Cuándo consultar a un médico?
Es importante buscar atención médica si experimentas alguno de los síntomas mencionados, especialmente si tienes factores de riesgo adicionales, como haber estado en contacto con personas infectadas o vivir en áreas donde esta enfermedad es común.
Las personas con un sistema inmunitario debilitado, como aquellas con VIH/SIDA o que reciben tratamiento inmunosupresor, tienen un riesgo mayor de desarrollar la versión activa y deben ser especialmente vigiladas.
Fuente: Mayo Clinic