El VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) no discrimina género, pero afecta a las mujeres de maneras distintas que a los hombres. Este virus compromete el sistema inmunitario, debilitando las defensas del cuerpo contra infecciones y enfermedades, aumentando así el riesgo de complicaciones graves.
En Estados Unidos, alrededor de una de cada cuatro personas con VIH son mujeres. Sin embargo, las repercusiones en su salud difieren de las de los hombres. Las mujeres con VIH enfrentan complicaciones específicas como:
- Infecciones vaginales recurrentes.
- Mayor riesgo de cáncer cervical.
- Irregularidades en el ciclo menstrual.
- Riesgo incrementado de osteoporosis.
- Enfermedades cardíacas, entre otros.
A pesar de no existir una cura, existe una amplia gama de medicamentos que combaten el VIH y las enfermedades asociadas.
El tratamiento temprano puede mejorar significativamente la calidad y duración de vida de quienes viven con esta condición. Desafortunadamente, las mujeres pueden experimentar efectos secundarios diferentes o más graves a causa de estos medicamentos, así como interacciones con anticonceptivos hormonales.
Prevención y acceso a la atención médica
La prevención sigue siendo fundamental. El acceso a la atención médica regular, que incluya pruebas de detección del VIH, es crucial para identificar tempranamente la infección.
Las mujeres embarazadas con VIH necesitan un seguimiento especializado para reducir el riesgo de transmisión a sus bebés durante el embarazo, parto y lactancia.
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Recuerda que el VIH no solo presenta desafíos médicos, también sociales y emocionales para las mujeres. Es crucial promover la conciencia, el acceso a la atención médica y la educación continua sobre prácticas seguras para prevenir la transmisión de esta enfermedad.
Abordar estas diferencias y necesidades específicas es fundamental para mejorar la calidad de vida de las mujeres afectadas y reducir la propagación de esta enfermedad.
Ante cualquier duda que tengas sobre el VIH, consulta a un profesional de la salud. Infórmate y protege tu vida al máximo.
Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos