El Virus de Inmunodeficiencia Humana se puede combatir mediante la administración de tres o más antirretovíricos, lo cual se conoce como politerapia. El tratamiento no puede curar la infección pero sí controla la replicación del virus en el organismo, además de que ayuda a fortalecer el sistema inmunitario y restablecer su capacidad de combatir infecciones. El tratamiento permite a las personas que viven con VIH tener una vida sana y productiva.
Debido a que no existe una cura, los tratamientos disponibles se enfocan en mantener al sujeto sin síntomas y mejorar la calidad y duración de la vida.
La terapia antirretroviral de alta actividad (TAAA) es muy efectiva en la reducción del número del VIH en el torrente sanguíneo, es decir de la carga viral. Impedir la replicación del virus permite mejores conteos de las células T (linfocitos CD4) y que el sistema inmune se recupere. La evidencia muestra que si se mantienen bajos los niveles de VIH y el conteo de CD4 permanece por encima de los 200 células/mm3 la calidad de vida se mejora significativamente y la vida se alarga.
El VIH puede desarrollar resistencia a la combinación de TAAA, lo cual sucede especialmente en pacientes que no toman sus medicamentos en el horario debido cada día. Existen algunas pruebas genéticas que pueden determinar la resistencia de una cepa del virus a algún fármaco en particular, lo cual sirve para elegir la mejor combinación de medicamentos para un paciente y ajustar el régimen farmacológico si es necesario. En caso de resistencia al TAAA existen otras combinaciones de medicamentos para inhibir la cepa resistente, de hecho ya existen en el mercado nuevas drogas para el tratamiento del VIH farmacorresistente.
El tratamiento con TAAA tiene algunos efectos secundarios y complicaciones, entre ellas: acumulación de grasa en la espalda y el abdomen, diarrea, sensación general de indisposición y malestar, dolor de cabeza, náuseas y debilidad. El uso prolongado de estos medicamentos también incrementa el riesgo de ataque cardíaco, se piensa que también aumenta el colesterol y la glucosa en la sangre, por lo cual el médico que prescriba una terapia antirretroviral altamente activa debe hacer un cuidadoso seguimiento al paciente, poniendo especial atención a los efectos secundarios.
Se recomienda que el paciente se realice cada 3 meses exámenes de sangre para realizar conteos de CD4 y de carga viral de VIH.
Además, cada 3 meses, deben hacerse exámenes de sangre para medir los conteos de CD4 y la carga viral del VIH. El objetivo es alcanzar un conteo de linfocitos CD4 tan cercano a lo normal como sea posible y reducir la cantidad de VIH en la sangre hasta un nivel que no se pueda detectar.
De manera paralela al tratamiento antirretroviral se pueden administrar otros medicamentos para prevenir infecciones oportunistas o sustancias que estimulan el crecimiento celular para los casos de anemia y conteo de glóbulos blancos bajo, que se asocian con el SIDA.