Los síntomas de la infección por VIH dependen de la etapa en la que se encuentre.
Muchas veces la persona que vive con VIH ignora que es portador hasta que se encuentra en una etapa avanzada. En ocasiones en las primeras semanas después del contagio se manifiestan algunos síntomas de tipo gripal con fiebre, dolor de cabeza, erupciones y dolor de garganta, mientras en otros casos no se manifiesta ningún síntoma.
Es hasta que la infección ha debilitado el sistema inmunológico que el sujeto comienza a presentar signos y síntomas, entre los cuales están inflamación de ganglios linfáticos, pérdida de peso, fiebre, diarrea y tos. Si la infección no es tratada se pueden desarrollar enfermedades graves como tuberculosis, meningitis por criptococos o diversos tipos de cáncer, por ejemplo linfomas o sarcoma de Kaposi, entre otros.
Las infecciones graves que se pueden presentar cuando se desarrolla la enfermedad son conocidas como infecciones oportunistas.
Entre ellas se encuentra también el complejo MAC (Mycobacterium avium complex), de origen bacteriano; infecciones virales como citomegalovirus (CMV) y la hepatitis C; las causadas por hongos como las aftas, meningitis criptocóccica, neumonía por Pneumocystis carinii e hiptoplasmosis; también están las que originan los parásitos como criptosporidiosis y toxoplasmosis.
Cuando se desarrolla el SIDA pueden aparecer complicaciones de enfermedades comunes como la gripa, por ejemplo. Éstas pueden prevenirse siguiendo la medicación para el VIH, la práctica de sexo seguro, lavado frecuente y eficiente de las manos y la ingestión de alimentos bien cocidos.
Si bien no existe todavía una cura para el VIH / SIDA, con los cuidados necesarios y el consumo de medicinas para combatir la infección, una persona que vive con la enfermedad pude hacerlo por muchos años.