Una investigación realizada en la Universidad de San Francisco reveló que los famosos cigarros electrónicos no ayudan a las personas a dejar de fumar. Si bien la venta de este producto no está permitida en nuestro país, no son pocos quienes logran obtenerlo y usarlo con la intención de dejar atrás la adicción al cigarro.
Los creadores de este tipo de cigarros aseguran que si bien es cierto que contienen nicotina, esta es pequeñas cantidades lo que beneficia a la salud de quienes lo consumen y ayuda a reducir el nivel de adicción a este producto.
Sin embargo, Pamela Ling en colaboración con diversos investigadores más que estudian el impacto del tabaquismo en la salud, analizaron los hábitos de 949 personas que fuman, encontrando que los que consumían cigarros electrónicos no redujeron su adicción al tabaco después de un año de probar este producto.
“La publicidad que sugiere que los cigarros electrónicos son eficaces para dejar de fumar debe ser prohibida, hasta que tales afirmaciones sean respaldadas con evidencia científica”, aseguró Ling.
A pesar de que muchos científicos ven con buenos ojos esta alternativa para fumadores, otros consideran que estos productos deben ser regulados como productos sanitarios sujetos a los controles de calidad que garanticen que realmente sirven para dejar de fumar, además de poner límites en su publicidad.
Por su parte, Vaughan Rees, director adjunto del Centro para el Control Mundial del Tabaco en la Escuela de Salud Pública de Harvard dijo que muchos cigarrillos electrónicos existentes no ofrecen suficiente nicotina para apoyar el cambio total de los cigarrillos convencionales.
Rees añadió que el estudio «ofrece una importante adición al creciente cuerpo de investigaciones que sugieren que los cigarrillos electrónicos no son particularmente buenos para fomentar el dejar de fumar».
La Organización Mundial de la Salud afirma que el consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar diversas enfermedades crónicas, como el cáncer y padecimientos pulmonares y cardiovasculares, matando a cerca de 6 millones de personas cada año.
Vía: Revista JAMA y OMS